miércoles, 30 de julio de 2008

Si solo fuera eso...

Hace ya un par de semanas vi una situación indeseable en el parque. Lamentablemente se ven actos similares a diario, parece que los niños no estén protegidos y podamos hacer con ellos lo que queramos. Incluso dar rienda suelta a nuestras frustraciones. El otro día leí en un libro que muchos padres pensamos que los niños nos pertenecen. No son un objeto, no son una propiedad, no son lo que nosotros digamos mientras convivan con nosotros... Las mujeres tampoco somos propiedad de nuestros maridos, por qué absurdo íbamos a pensar que los hijos sí son "nuestros" y cuando digo "nuestros" lo digo en el sentido estricto de la posesión. No, solo ellos son dueños de sí mismos, son capaces de pensar por sí solos, decidir y deberíamos darles el poder de ser todo lo libres que puedan, eso les dará autoestima y seguridad, experiencia y confianza.

La situación que se daba en el parque era la de una madre que cuando su hijo viene llorando a sus faldas por haber recibido una patada de una niña, la madre se ensaña aún más con él advirtiendo que se lo tenía bien merecido y que así aprenderá. Una vez leí que la bofetada de un desconocido duele, y la de un padre hiere. Qué gran diferencia! Me parece muy acertada la comparativa. De verdad me pregunto con qué corazón se puede imponer una autoridad tan severa y no tener remordimientos o cierto grado de compasión. A partir de ese momento podría cuestionarme en qué escala de valores viven ciertas personas y cómo puede eso afectar a una mente limpia y humilde que todavía está descubriendo su entorno. Seguramente afecte negativamente. "Pero qué más da, si al fin y al cabo solo es un niño y ni entiende ni sufre ni padece!" Podrían llegar a pensar esas personas inmersas en su indiferencia infinita.

No nos pertenecen! (nuestros hijos) por si alguien lo cree todavía. Ni siquiera nos pertenece el poder de negarles la única posibilidad que tienen de convertirse en niños felices: una infancia justa o al menos comprensiva. No tenemos "el derecho" por encima de todos sus derechos. No somos nadie, nosotros, cargados a las espaldas de errores cómo vamos a poder juzgarlos a ellos, que nos miran con cariño aún cuando nos hemos equivocado ya mil veces. Yo no me atrevo a juzgar a esa madre, no puedo saber qué clase de vida lleva, y espera para sus hijos. Ni que infancia tuvo. No sé si la vida a ella le trata mejor o tal vez su actitud sea fruto de su fracaso. Pero ese niño, que después de todo seguía llorando pegado a su regazo, tal vez se merezca otra cosa. Un poco de respeto solamente. Si solo fuera eso...

1 comentario:

Meritxell Sánchez dijo...

¡Qué pena me da ese niño que viste en el parque, pobrecito!
Como ya sabes, estoy totalmente de acuerdo contigo.