Llega la hora de dormir… La rutina diaria. Ese momento tierno y único donde los haya. Leemos dos libros, nos damos bracitos, bebemos agua y luego una canción… Después llega la frase del fin de fiesta… “Que sueñes con los angelitos”… A lo que unos grandes ojos se giran, me miran intensamente en la oscuridad, se clavan en los míos… me arropan… y el niño en el silencio de la noche responde: “vale, mamá”
“Vale mamá” me dijo el niño con convencimiento. Y yo no supe pronunciar palabra. Lo dijo como si fuera lo que cada noche soñaba…. Angelitos! Lo dijo como si no hubiera otra cosa con la que pudiera soñar un niño…
lunes, 7 de junio de 2010
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