miércoles, 28 de mayo de 2008

Xavier y sus dos nuevos amigos en el médico


Xavier tiene 10 mesecitos y es un ángel! Es tranquilo, pero activo. Es feliz y generoso. Xavier sabe hacer las palmitas, los cinco lobitos, sabe decir "papapapa..." y gritar fuerte para oirse bien. Está empezando a gatear hacia delante, sabe ir de habitación en habitación, sabe dar pasitos cuando está erguido si le das el equilibrio. A Xavier le está cambiando la carita de bebé a personita. Pone cara de abuelo cuando se nota los dientes, con los labios hacia adentro. Xavier que dice adéu con la manita cuando te vas, hola cuando vuelves. Bueno, dice adéu cuando ya te has ido porque lo imita tarde jajajaaaa. Xavier que se despierta de madrugada y quiere brazos... Se despierta de madrugada y tú quieres que te abrace. Se ríe cuando le vas a leer el libro de "Veig un ós de peluix" y gruñe cuando le quitas algo de las manitas. No quiere salir del agua, no quiere que lo cambies de ropa o de pañal, se quita sin más el gorrito que le pones para protegerle del sol. Xavier q come poquito. Con su dedito gordo en la boca, chupando sin parar, parece todavía más dulce. Se está haciendo más grande y no sabes qué hacer para parar el tiempo. A Xavier le gustan los mandos, los móviles y la pequeña silla pintada de azul que lleva su nombre. No hace mucho caso a sus juguetes. Le encantan sus cordones, las cremalleras y los botones pero prefiere que no le agobies mucho con besos, ni que le cojas en brazos cuando quiere juego. Se regala cuando le dices cualquier cosa, y se vuelve a regalar por nada a cambio. Es tan inocente que juega a coger una piedra grande en el parque. Xavier que lo es todo.


Xavier ayer fue al médico y allí se encontró con dos nenes que eran hermanos. Tendrían unos 6 o 7 años... Me quedé impresionada como observadora pasiva de la situación. Los nenes locos por estar con el bebé. Se acercaban bien cerquita e intentaban tocarlo. Su madre, conversando con otra mujer no los perdía de vista "no toquéis al bebé, a los bebés no se les toca" y los niños dejaban de tocar al bebé. Pero al rato, volvían con las mismas ganas de intentarlo. Le acariciaban la carita blanquita, le tocaban el pelito suave, le hacían mimos... Xavier encantadísimo con tantas atenciones, cuando éstos se distraían y se alejaban por algún motivo, les miraba y emitía un grito corto pero intenso. Entonces los niños otra vez volvían a mirarlo y Xavier volvía a sonreir. Se repetía la escena una y otra vez, como si se tratara de un ciclo infinito. Y yo me quedaba ciertamente fascinada pensando "qué poco necesita un niño para ser feliz" y a veces "cuánto parece que nos cueste darles lo poquito que piden". La humildad en su estado más puro. Y es que observar a un niño es como aprender de ellos y tienen tanto que enseñarnos...

1 comentario:

mirenuria dijo...

Desde que sé que tienes tu blog me gusta ir echándole un vistazo de vez en cuando. Que cotilla, je, je.

Me has emocionado, de verdad. Tus palabras destilan amor por todas partes.

A mi también me gusta observar mucho a los niños. Y también me quedo pillada con sus comentarios y reacciones. Aprendes tanto...