jueves, 15 de mayo de 2008

Mi experiencia “lactante”: Las otitis (Parte II)

Salí a la calle en aquel momento, después de los consejos tan infundados de quien dice llamarse profesional. Si soy sincera, que he de serlo, diré que en plena calle rompí a llorar… un poco de los nervios, un poco de no saber qué hacer… Un poco de la gran frustración… de llevar en mis manos un papel que decía “derivamos al médico de cabecera”.

Qué podía hacer? Se me ocurrían dos opciones: o me iba a la Vall Ebrón de urgencias que sí tienen otorrino (y tal vez me traten mejor) o me iba a picar a la puerta de un especialista pidiendo que me atiendiera por favor. Me decidí por lo segundo, puesto que era una mañana de día laborable y aún estaba justo en la puerta del hospital, donde podría subir a planta y buscar algún buen especialista.

Llegué a la planta, y allí estaba el mostrador donde me dirían qué puerta es la del otorrino. Le expliqué lo que me pasaba “mire, no tengo hora, pero ya he pasado por 4 otitis seguidas. Me derivan de nuevo a mi médico de cabecera otra vez…” bla bla bla… La historia de nunca acabar.

Aquella mujer, muy amable (creo que por primera vez alguien me escuchaba) me dijo sinceramente “Le aviso que el Doctor no suele aceptar visitas que no tengan hora, no es muy amigable… pero puede intentarlo” y me indicó la consulta del Doctor.

Pues bien, enseguida salió la auxiliar pidiendo los papeles de visita a los que esperábamos en la puerta… Yo otra vez a explicar brevemente mi historia “verá… no tengo hora… 4 otitis seguidas… un bebé lactante y ya llevo semanas con antibiótico oral… sería el Doctor tan amable…” Pues sí, amablemente me indicó que se lo preguntaría al Doctor.

El milagro se produjo. Salió y dijo “el Doctor ha dicho que le atenderá”… En ese momento me habría puesto a llorar otra vez… se me caían las lágrimas. Al llamarme por mi nombre entré y debí decir algo así como “Se lo agradezco enormemente” Aquel hombre hizo un gesto con la cabeza e indicó “cuénteme lo qué le pasa”…

Me detectó una dermatitis interna en la oreja y me mandó un tratamiento específico. Gotas aplicadas directamente sobre la zona con un poco de antibiótico local. No volví a tener dolor ni recaídas!

Increíble pero cierto! Aún hoy que lo explico en este blog me quedo sorprendida de tantos hechos desagradables y bien agradecida a aquel hombre, que no me conocía de nada, pero por fin, supo afrontar humanamente mi situación. Quizás el ejemplo más claro de lo que significa también profesionalidad.

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