jueves, 26 de noviembre de 2009

No saben hablar ni expresarse.

Siempre me ha sorprendido lo fácil que es echarle la culpa de cualquier cosa a un niño. Es curioso, que desde tan temprana edad ya tengan que soportar el peso de la culpabilidad que señala con el dedo sin dar lugar a dudas. A veces les culpamos de cosas sin importancia, otras de cuestiones que ni los adultos sabríamos sobrellevar con dignidad. Entonces, qué esperas de un niño? qué es de la autoestima del niño que crece pensando que es un ‘villano’, por equivocación y por falta de defensa propia en un juicio sin tregua.

Porque se puede responsabilizar de cualquier cosa al niño porque no sepa hablar ni expresarse bien todavía. Qué más da si para cuando pueda defenderse seguramente ya se le habrá olvidado todo. Así que hoy... mira! vamos a echarle la culpa al niño que está jugando y no se entera de nada. Incluso vamos a responsabilizarle de nuestros errores, de nuestra falta de tiempo, de nuestro día a día. Que no está de menos descargar nuestros problemas sobre sus pequeñas espaldas... Total, solo es un niño. Un pequeño diablo. Además, vamos a decírselo a todo el mundo! Que todos sepan la pena que tenemos por pasar este mal trago. Tenemos un niño nervioso, hiperactivo, que no hace caso... Y nos ha tocado!

Demasiados niños nerviosos, trastornados, demasiada hiperactividad... por ahí vagando en el mundo que llamamos "desarrollado". Eso me pregunto a veces. Si acaso no son demasiados nombres para reflejar un mismo perfil, el del niño incomprendido. Sin ser todos los que son, ni todos los que estan, ni todos los que se diagnostican, solo faltaría. Pero dejando rastro y dando de qué hablar a muchos padres casi más que la gripe A.

Dejémosnos de hipocresía. De hablar de lo bien que les va a los niños las guarderías, de la desintoxicación familiar para que aprendan a ser independientes, de criticar el colecho y la lactancia materna exclusiva.... Y es que cuando se critican estas cosas parece que algo cambia otra vez, ya nos empezamos a sentir otra vez todos mejor, todos los padres liberados de tanta angustia y responsabilidad. Y así seguimos buscando excusas, para poder decir que lo que hacemos al final siempre lo hacemos por ellos, seamos conscientes o no, de que quizás alguna vez lo hacemos solo por nosotros mismos.

Una vez un padre reñía a un niño por no dar besos en una despedida Una de las cosas buenas que tienen los niños es la sinceridad. Aquella que los adultos disfrazamos de buena educación, por no llamarlo hipocresía. "La buena educación" le llaman y a veces, hasta me da la risa.

Que pena que si miras a un niño mientras le riñen, le echan la culpa de algo, le enseñan a decir mentiras, le corrigen lo indefendible,.. él escucha, mira, se confunde y no dice nada. El silencio que otorga y que les cae como una ducha fría. Pobres pequeños diablos.

2 comentarios:

Meritxell Sánchez dijo...

¡Bravo, Merche! Cuánta razón tienes...Besitos!!!
Aunque no lo parezca, seguimos leyéndote...

Jordi, Meritxell i Martí

La Mami de Xavier dijo...

Gracias guapa! yo tb te leo! Felicidades por las jornadas! ;-) Y recuerditos para la family.