martes, 17 de noviembre de 2009

El otro día mientras leía.

Me estoy leyendo un libro muy bonito. Tanto, que el otro día casi lloraba en el autobús de camino a casa. No pasa nada por leer a veces cosas así. Es como acariciar el efímero sentido de la vida. No me avergüenza llorar, es humano. Tan humano que en nuestro proceso de 'reconversión' hacia la 'mejora humana' muchas veces lo olvidamos. Quien dice que el ser perfecto es el que sabe controlar las emociones. Es justo lo que nos diferencia de una máquina... Máquina, tú te lo pierdes, que no sabes llorar!

El hecho es que leía unas palabras que me hacían sentir identificada en cierta manera. Me sentí tan cerca de esa lectura que llegué a sentir que quien lo había escrito era yo. A veces, la vida nos vuelve a dar una lección. Encontrarte de frente otra vez con tu propio yo. Aquel que se oculta pero que late dentro de tí deseando una nueva oportunidad. Sí, así era yo. Y me enfrentaba a mis propios miedos el otro día mientras leía. Y así es como también soy ahora. Con mis valores, mis prioridades y mis locuras también.

Miles de veces he tratado de buscar sentido a la existencia. Nada cercano a lo material, basado en lo minimalista, aquello que se extrae de lo esencial. Algunos objetivos cumplidos, otros por cumplir, otros conocidos, otros que no. Creo que dos veces he encontrado el camino, y más veces me perdí. Y si ahora voy en la dirección correcta? Quién sabe si un día te encuentro y te tiendo la mano. Si te enseño lo poco que sé y te contagio de ese sentimiento tan mío.

Hay muchas personas que sienten lo mismo y están hechas de ese 'extraño' material. No depende de la raza, ni la religión, ni el estatus social. Es lo que nos diferencia a todos. Querer demostrar que la vida son tan solo pequeños trocitos de vida y nada más. Que mientras van pasando los días, el tic tac de tu reloj biológico hace tic tac. Y que solo lo que dejamos en lo demás es lo que perdurará para siempre.

Parece increíble verdad? pero cuanto más generosa he sido en la vida, más he recibido. Es como una droga 'buena' que cura por dentro! Vale la pena probar, no crees? A ser valioso para uno mismo y para los demás, en algún momento. Por si así encontramos el camino, en la necesidad de ayudar y ayudarte de alguna manera. Y es que nunca supe quién ayuda más a quién en estos casos.

Y todo esto lo digo yo que no soy ni la mitad de lo que me hubiera gustado haber sido. Yo que no soy nadie. Que me hundo y me levanto, me enfado y me arrepiento. Mírame. Con mis cotidianas limitaciones. Ya ves. Yo que soy lo que soy. En mi justa medida. Yo… que el otro día mientras leía casi lloro en el autobús.

'El caballo de Miguel' se llama el libro. Y lo encontré por casualidad.

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