martes, 6 de octubre de 2009

La parte que no entiendo.

Una fuerza descomunal me bombea por dentro... Tengo dos cosas indispensables: un corazón y un hijo. Lo primero me da la vida, lo segundo me la multiplica. Creo que de alguna forma nací para verle nacer, y en su nacimiento, volví a nacer otra vez. Parece que tiene algo especial que nos invade a todos con su fuerza. Es un alma libre con alma de niño, una mirada atenta tras la mirada atenta de un niño. A veces parece más adulto y me digo que sabe mucho más de lo que dice... Y no me dice nada. Y me lo dice todo. Y vuelvo a creer en el futuro y me pregunto qué ideas tendrá guardadas para el futuro en su pequeño cuerpo de niño... Con cara de ángel y ojos grandes, descubre la vida sin preguntarse qué es el tiempo. Y me ayuda, sin saberlo, a pasar las horas del reloj feliz de la vida. Cada día... cuando le veo, es como ver a un adulto sincero y risueño con cara de niño y un peluche en los brazos. Hay una parte que no entiendo desde mi mente contaminada de adulto: dónde están sus defectos?

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