
Llega la hora de dormir… La rutina diaria. Ese momento tierno y único donde los haya. Leemos dos libros, nos damos bracitos, bebemos agua y luego una canción… Después llega la frase del fin de fiesta… “
Que sueñes con los angelitos”… A lo que unos grandes ojos se giran, me miran intensamente en la oscuridad, se clavan en los míos… me arropan… y el niño en el silencio de la noche responde: “
vale, mamá”
“
Vale mamá” me dijo el niño con convencimiento. Y yo no supe pronunciar palabra. Lo dijo como si fuera lo que cada noche soñaba…. Angelitos! Lo dijo como si no hubiera otra cosa con la que pudiera soñar un niño…