miércoles, 26 de noviembre de 2008
A menudo los hijos se nos parecen...
Qué no harías tú? por tratar que tu hijo sea una buena persona... por ver en él, en su personalidad, en su forma amigable de hacer las cosas, mejorados tus defectos y magnificadas tus virtudes. Aprenden por imitación y por imitación en parte también serán lo que sean mañana. Ya podemos empezar a sentirnos todos responsables. Ya puedes empezar a percibir desde tu condición de padre sus ojos expectantes clavados en tu persona cada segundo por amor. Para tu hijo no hay nada más perfecto que tú, tu compañía, tu forma de caminar, tu olor... ni nada más correcto que tu forma de actuar, de tratar al mundo. Te observa, te imita y piensa que eres una especie de fuerza efímera que todo lo controla y todo lo arregla, sin más. Un día te dirá que quiere ser como tú y te emocionarás y pensarás en "cómo es posible, por qué como yo?". Y te lo dirá mientras descubres una expresión tuya en sus ojos. Y ese día... en que mirándole contemples tu fiel reflejo... descubrirás quién eres y en qué le has convertido.
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