La famosa antropóloga Ruth Benedict tenía frecuentes rabietas cuando era niña. Su padre había muerto antes de que ella tuviera dos años y un sarampión de bebé la había dejado parcialmente sorda. Como es evidente, ella tenía motivos suficientes para llorar, pero su madre, al no entender sus estallidos de rabia, fue a verla una noche, con la Biblia y una vela en las manos, invocó la ayuda de Jehová y le hizo prometer que nunca más sufriría otro episodio incontrolado de llanto e ira. Las rabietas de Ruth desaparecieron, pero sólo a costa de ser sustituidas por la depresión. (Resumido de Moffat y Painter, 1974)
Libro: Mi niño lo entiende todo (Aletha J. Solter)
miércoles, 11 de marzo de 2009
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