Pues eso… Que decidí dar el pecho. Haría lo posible por conseguirlo. Y para ello asistí cada lunes por la tarde a las reuniones pro lactancia materna de una asociación. No sospeché lo que me encontraria. No únicamente el propósito general de dar el pecho, que así era por supuesto, sino que conocí a un grupo de mamis con mis mismas inquietudes. Y es que un bebé no solo es alimento, es sueño, es salud, es bienestar… Tantas cosas necesitan!
Me parecía un mundo tan desconocido que a veces no encontraba el camino. Y en cierta manera puedes llegar a hundirte alguna vez. Estamos acostumbrados a controlar las situaciones: en el trabajo, en casa, en la vida. Sentir que eres capaz de enfrentarte a lo desconocido porque tienes la capacidad de hacerlo y porque simplemente te has enfrentado otras veces, en otras cosas, pero te sientes capaz al fin y al cabo. Pero esta vez, no era igual que otras veces. Esta vez había un algo más que me hacía dudar si ciertamente sería capaz de controlar cada posible situación que pudiera darse. Si el llanto continuado de un niño que no se calma no te hace sentir impotente, quizás es que sencillamente no eres persona. Y mi sensibilidad se había multiplicado por un factor casi infinito, de forma que la combinación era explosiva.
Sí, a veces pienso que tal vez soy muy negativa cuando trato estos temas. Quizás es mi visión subjetiva de que lo pasé realmente mal algunos días. La combinación de incerteza frente a los llantos frecuentes de Xavier, que era un bebé intranquilo, afrontando también mis problemillas en cuestiones de salud (infección de puntos, fisuras, fiebres, otitis…) en aquel momento en que mi baby necesitaba toda mi atención. Sí, había días que me preguntaba cómo superaría la situación. Pero ahí estaba, para intentarlo de todas las formas posibles: le cantaremos una canción, le haremos masajitos, le acunaremos, le pondremos al pechito… así hasta tener la sensación que Xavier caía agotado. No parece fácil verdad? Pues os diré que no siempre ocurre así, de hecho la mayoría de casos que conozco actualmente no dejan de sorprenderme. Madres que se encuentran perfectamente después de pasar por un parto y aseguran que el bebé come y duerme, come y duerme, come y duerme … Bueno, algunos ratos para jugar también pedirán no? Esos son los momentos más grandes. :-) Ahora sí parece fácil verdad?
Pues bien. Hubo especialmente una reunión que me marcó de manera que aún me acuerdo. Todas teníamos nuestras historias, por qué no, todas diferentes y todas parecidas en cierta forma. Una mujer narró la suya, y sentí cómo en el fondo siempre, en cada una de nosotras, queda algo que superar.
Explicó cómo habia sido el nacimiento de su hijo por cesárea. Cómo ella permaneció durante más de una hora con una incompleta consciencia de lo que le rodeaba. De forma que se preguntaba si los médicos habían hecho lo que ella había pedido expresamente que hicieran en caso de producirse esa situación: ponerle al pecho al bebé recién nacido durante su primer contacto con el exterior. Decía, con los ojos llenos de lágrimas, que le aseguraron en el hospital que así fue. Pero ella no lo había vivido. Y eso le pesaba tanto como el hormigón.
Para mí, una historia increíble. Podía compararla con mi peso de hormigón también, mi gran dolor todavía cuando recordaba el momento en que las pulsaciones de Xavier cayeron y la sala de dilatación se llenó de médicos. Nada es comparable en realidad. Cada sentimiento es diferente. Pero alguien comentó entonces, en aquella reunión, que debíamos superar lo que no fue como hubiéramos querido que fuera. Era bueno sacarlo hacia fuera y eso nos ayudaría. No conté mi historia, pero me sentí algo aliviada sabiendo que podía ser una sensación normal… Debía aprender, debíamos aprender a convivir con ello. Y sobretodo, mirar hacia delante.
Para todo eso me sirvieron los lunes por la tarde. No solo era lactancia materna, tema fundamental, era también superación, era aprendizaje, era conocernos a nosotras mismas en nuestra nueva situación. Era todo aquello que necesitaba en el momento en que lo necesitaba. Cuando mi cabeza aún tenía muchos por qués que cuestionarse. Y para mí fue todo el conjunto como una terapia de reencuentro. Habían madres con los mismos problemas que yo y trataban de acostumbrarse, como yo, a la nueva situación de “estado de alerta” contínuo por la que pasábamos. Aún hoy nos cruzamos por el parque, paseando, en cualquier sitio, y nos reimos y nos decimos cosas como “Ahora ya todo mejor verdad?” jajajaa Es gracioso.
PD: Por si no lo he dicho... Gracias a esa gran labor que hacen las asociaciones de lactancia materna! Es un bien social imprescindible. Muchas gracias por todo. De corazón. :-)
miércoles, 16 de julio de 2008
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2 comentarios:
Ahora sí que, con tus palabras, has hecho que se me caigan las lágrimas...
y a mi!
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