miércoles, 15 de diciembre de 2010
Visión instintiva de padres.
A veces veo padres que lo intentan, como yo, a diario con sus hijos de aquí para allá. Mi visión es instintiva, tal y como lo sientas, así encontrarás la solución. A veces miramos poco en nuestro interior y buscamos respuestas externas sin querer ver que quienes mejor conocemos a nuestros hijos somos nosotros mismos. No es malo ni bueno, es valorar y decidir, pero siempre por ti mismo, mucho mejor así. Padres que preguntan al pediatra por qué no duerme bien mi hijo, si se estará acostumbrando a los brazos. Hablar del percentil 3 es echarnos las manos a la cabeza. Pues tal vez no haga falta la medida, medir el tiempo que duerme, los gramos que come, el tiempo que lo abrazas, los minutos que pasamos con o sin ellos. Es seguir su motor, a ritmo lento. Y seguir intentándolo como padres, un día más. Escuchando su corazón, el de nuestros hijos, en cada latido. Porque lo que un pediatra te dice 3 días más tarde, una madre lo intuye desde el primer día. A quién no le pasa?
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lunes, 7 de junio de 2010
La hora de dormir.
Llega la hora de dormir… La rutina diaria. Ese momento tierno y único donde los haya. Leemos dos libros, nos damos bracitos, bebemos agua y luego una canción… Después llega la frase del fin de fiesta… “Que sueñes con los angelitos”… A lo que unos grandes ojos se giran, me miran intensamente en la oscuridad, se clavan en los míos… me arropan… y el niño en el silencio de la noche responde: “vale, mamá”
“Vale mamá” me dijo el niño con convencimiento. Y yo no supe pronunciar palabra. Lo dijo como si fuera lo que cada noche soñaba…. Angelitos! Lo dijo como si no hubiera otra cosa con la que pudiera soñar un niño…
“Vale mamá” me dijo el niño con convencimiento. Y yo no supe pronunciar palabra. Lo dijo como si fuera lo que cada noche soñaba…. Angelitos! Lo dijo como si no hubiera otra cosa con la que pudiera soñar un niño…
jueves, 27 de mayo de 2010
No es acostumbrarse.
Lo escribí hace unos días y aquí os lo plasmo. Es lo que se me pasa por la cabeza a veces, no es nada importante... Es la vida, como me viene, cada cosa tal y como la siento, como la pienso y como la escribo.
Hoy me lo vuelvo a notar… No sé, tal vez la calma en el ambiente… Sin saberlo, llevo demasiado tiempo sin hablar demasiado. La soledad a veces no se presenta de forma clara y directa, en un momento que puedas llegar a ser totalmente consciente de tu extraña situación. No, no es así como se me acusa la espera. Es tan solo un cambio de humor, una pequeña sensación de olvido o de recuerdo qué se yo… Quizás llegue a pensar que hasta me estoy acostumbrando a veces… Pero ni yo misma me lo acabo de creer. Que no haya tenido ni tiempo de pensarlo, no es acostumbrarse. No es acostumbrarse llevarlo bien a veces. Tampoco “llevarlo” asecas. No sé, acostumbrarse sería como rendirse, conformarse, dejar de pensar en cuándo será el día que otra vez se unan los continentes con el rastro de quien busca su lugar. Y aquí estamos como el primer día, o como unos cuántos días más a las espaldas. Poco importa mi reloj, que yo ya he perdido la cuenta. Pero ahora vuelves otra vez y… sabrás que llegas porque aquí siempre huele a piel fresquita y tierna.
Hoy me lo vuelvo a notar… No sé, tal vez la calma en el ambiente… Sin saberlo, llevo demasiado tiempo sin hablar demasiado. La soledad a veces no se presenta de forma clara y directa, en un momento que puedas llegar a ser totalmente consciente de tu extraña situación. No, no es así como se me acusa la espera. Es tan solo un cambio de humor, una pequeña sensación de olvido o de recuerdo qué se yo… Quizás llegue a pensar que hasta me estoy acostumbrando a veces… Pero ni yo misma me lo acabo de creer. Que no haya tenido ni tiempo de pensarlo, no es acostumbrarse. No es acostumbrarse llevarlo bien a veces. Tampoco “llevarlo” asecas. No sé, acostumbrarse sería como rendirse, conformarse, dejar de pensar en cuándo será el día que otra vez se unan los continentes con el rastro de quien busca su lugar. Y aquí estamos como el primer día, o como unos cuántos días más a las espaldas. Poco importa mi reloj, que yo ya he perdido la cuenta. Pero ahora vuelves otra vez y… sabrás que llegas porque aquí siempre huele a piel fresquita y tierna.
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jueves, 18 de marzo de 2010
Inteligentemente natural como un niño.
La naturaleza es maravillosa. Si no te interpones, si dejas que siga su curso, al final todo es eso, tan natural.
Hay tantas cosas que quisiera explicar. Que Xavier también es maravilloso. Lo es, con su luz especial y única, con su inteligencia, su forma de adaptarse a lo más esencial. A veces me crezco como persona, si alguna vez he dudado si lo estaba haciendo bien como madre, luchando contra presiones sociales, tratando de demostrar que otros puntos de vista son posibles… y al final el tiempo me da la razón en muchas cosas… y las dudas se aclaran y todo sigue su ciclo… como en la naturaleza.
Hoy he descubierto que Xavier ha dejado de chuparse el dedo. Hago memoria retroactiva y creo recordar el momento en pudo hacer el cambio. Jamás se lo quité de la boca, no le dije que estaba mal, ni que era “socialmente” incorrecto, para dormirse para aburrirse, para lo que sea que se lo ponía. Un día, le surgió una herida. Entonces sí intervine, tratando que fuera lo mínimo posible. Le expliqué que tenía una herida y que si se lo chupaba ahora tal vez le dolería. Poco más, sin más motivo que aquél, hoy por sorpresa la memoria me ha devuelto aquel recuerdo. Es cierto, ya no se lo chupa, en qué momento exacto dejó de hacerlo? Por qué no me he dado ni cuenta? La respuesta está en mi cabeza, lo natural es tan perfecto, que los detalles pasan desapercibidos. Ciertamente, cuánta poca importancia debía tener para nosotros aquella manía.
Hace una semana que no lleva pañal, bueno sí lo lleva, pero solo por las noches. En septiembre empezó la guardería e hice como tantos padres que aturdidos por la novedad y las “nuevas” reglas, lo intentan a los recién cumplidos dos años, e incluso hay quien antes. Enseguida me rendí, seguramente en el momento en que empezó a quejarse por tantas visitas a un árbol del camping. No está preparado, no me costó nada entenderlo. Estamos como sintonizados y su sintonía me cantaba eso “no estoy preparado mamá”.
En diciembre llegaron las presiones. Otros niños más pequeños ya iban sin pañal a su clase. Vaya, y cómo lo han llevado esos padres, esos niños? Me preguntaba yo como madre. Dije que no, que no era el momento. Su sintonía me decía todavía “no estoy preparado mamá”. Hablé con la profesora, conseguí una prórroga. Con mi discursito de “sí, ya lo sé, pero mira… pienso que no está preparado” jugué a la partida de que como madre era yo quien tenía la última palabra. Qué curioso no? Me preguntaba para mis adentros, que estén tan poco acostumbrados a eso, a que los padres decidan. A veces resulta hasta gracioso, lo siento. Pero en el fondo qué pena no?
En febrero me lo volvieron a proponer y curiosamente coincidió con un momento en que yo me lo empezaba a plantear. Dije que sí y así fue, dije incluso “si creo que tiene que haber vuelta atrás lo haré” Pero Xavier había cambiado la sintonía y yo ya no escuchaba ya el susurro inaudible de “no estoy preparado mamá”. Estaba convencida de que podía ir bien. Y así está siendo todo otra vez, tan ligero como la naturaleza…
Las comidas nunca fueron su fuerte tampoco. Come poco desde que era bebé. Creo que hay algo innato en esos niños poco comilones que ya desde que chupan teta se les intuye su condición. Y así fue. Pude haberme obsesionado, pensar también que no era “socialmente” correcto, incluso a día de hoy cuando no para quieto en una mesa si comemos fuera de casa. Pero lo dejo pasar, si no quiere comer si no quiere cenar. Habrán cosas más importantes en esta vida!!!! Y curiosamente come de todo, unas cosas más y otras menos, lo normal. Come poco, bueno he aprendido a que poco no, simplemente lo que necesita… pero feliz. Así que felices todos, por qué no? Cuántos chantajes y pataletas me habré ahorrado! Y todo se disuelve, otra vez mis dudas… como cuando la naturaleza que sigue su curso… silenciosa y agradecida.
Tal vez me equivoque en algunas cosas… si de algo estoy convencida es que yo no… que yo no soy como la naturaleza, tan perfecta y absoluta. Pero Xavier es como el viento, tan libre que acaricia. Y es racional, curioso! Pero de saber comprender y escuchar también entiende. Y su esencia parece que se transmite, que se hace notar. Tan inteligentemente natural como un niño. Tan sencillo… tan políticamente incorrecto a veces… según el punto de vista.
Caigo una vez y otra en la misma reflexión: Estamos socialmente bien preparados??? Me refiero por ejemplo… para convivir con niños felices? Y voy más lejos: realmente es lo que queremos? Pues empecemos por olvidar las metodologías educativas que hablan de buenos y optimistas resultados a temprana edad. Que más da! Si lo natural es que todo, tarde o temprano… ya lo aprenderán. Confía y deja que fluya, el ciclo vital en su persona… el juego, la motivación y al final, su futura autoestima. Y que sea su ciclo personal quien decida. Como la naturaleza, tan original en sí misma.
Hay tantas cosas que quisiera explicar. Que Xavier también es maravilloso. Lo es, con su luz especial y única, con su inteligencia, su forma de adaptarse a lo más esencial. A veces me crezco como persona, si alguna vez he dudado si lo estaba haciendo bien como madre, luchando contra presiones sociales, tratando de demostrar que otros puntos de vista son posibles… y al final el tiempo me da la razón en muchas cosas… y las dudas se aclaran y todo sigue su ciclo… como en la naturaleza.
Hoy he descubierto que Xavier ha dejado de chuparse el dedo. Hago memoria retroactiva y creo recordar el momento en pudo hacer el cambio. Jamás se lo quité de la boca, no le dije que estaba mal, ni que era “socialmente” incorrecto, para dormirse para aburrirse, para lo que sea que se lo ponía. Un día, le surgió una herida. Entonces sí intervine, tratando que fuera lo mínimo posible. Le expliqué que tenía una herida y que si se lo chupaba ahora tal vez le dolería. Poco más, sin más motivo que aquél, hoy por sorpresa la memoria me ha devuelto aquel recuerdo. Es cierto, ya no se lo chupa, en qué momento exacto dejó de hacerlo? Por qué no me he dado ni cuenta? La respuesta está en mi cabeza, lo natural es tan perfecto, que los detalles pasan desapercibidos. Ciertamente, cuánta poca importancia debía tener para nosotros aquella manía.
Hace una semana que no lleva pañal, bueno sí lo lleva, pero solo por las noches. En septiembre empezó la guardería e hice como tantos padres que aturdidos por la novedad y las “nuevas” reglas, lo intentan a los recién cumplidos dos años, e incluso hay quien antes. Enseguida me rendí, seguramente en el momento en que empezó a quejarse por tantas visitas a un árbol del camping. No está preparado, no me costó nada entenderlo. Estamos como sintonizados y su sintonía me cantaba eso “no estoy preparado mamá”.
En diciembre llegaron las presiones. Otros niños más pequeños ya iban sin pañal a su clase. Vaya, y cómo lo han llevado esos padres, esos niños? Me preguntaba yo como madre. Dije que no, que no era el momento. Su sintonía me decía todavía “no estoy preparado mamá”. Hablé con la profesora, conseguí una prórroga. Con mi discursito de “sí, ya lo sé, pero mira… pienso que no está preparado” jugué a la partida de que como madre era yo quien tenía la última palabra. Qué curioso no? Me preguntaba para mis adentros, que estén tan poco acostumbrados a eso, a que los padres decidan. A veces resulta hasta gracioso, lo siento. Pero en el fondo qué pena no?
En febrero me lo volvieron a proponer y curiosamente coincidió con un momento en que yo me lo empezaba a plantear. Dije que sí y así fue, dije incluso “si creo que tiene que haber vuelta atrás lo haré” Pero Xavier había cambiado la sintonía y yo ya no escuchaba ya el susurro inaudible de “no estoy preparado mamá”. Estaba convencida de que podía ir bien. Y así está siendo todo otra vez, tan ligero como la naturaleza…
Las comidas nunca fueron su fuerte tampoco. Come poco desde que era bebé. Creo que hay algo innato en esos niños poco comilones que ya desde que chupan teta se les intuye su condición. Y así fue. Pude haberme obsesionado, pensar también que no era “socialmente” correcto, incluso a día de hoy cuando no para quieto en una mesa si comemos fuera de casa. Pero lo dejo pasar, si no quiere comer si no quiere cenar. Habrán cosas más importantes en esta vida!!!! Y curiosamente come de todo, unas cosas más y otras menos, lo normal. Come poco, bueno he aprendido a que poco no, simplemente lo que necesita… pero feliz. Así que felices todos, por qué no? Cuántos chantajes y pataletas me habré ahorrado! Y todo se disuelve, otra vez mis dudas… como cuando la naturaleza que sigue su curso… silenciosa y agradecida.
Tal vez me equivoque en algunas cosas… si de algo estoy convencida es que yo no… que yo no soy como la naturaleza, tan perfecta y absoluta. Pero Xavier es como el viento, tan libre que acaricia. Y es racional, curioso! Pero de saber comprender y escuchar también entiende. Y su esencia parece que se transmite, que se hace notar. Tan inteligentemente natural como un niño. Tan sencillo… tan políticamente incorrecto a veces… según el punto de vista.
Caigo una vez y otra en la misma reflexión: Estamos socialmente bien preparados??? Me refiero por ejemplo… para convivir con niños felices? Y voy más lejos: realmente es lo que queremos? Pues empecemos por olvidar las metodologías educativas que hablan de buenos y optimistas resultados a temprana edad. Que más da! Si lo natural es que todo, tarde o temprano… ya lo aprenderán. Confía y deja que fluya, el ciclo vital en su persona… el juego, la motivación y al final, su futura autoestima. Y que sea su ciclo personal quien decida. Como la naturaleza, tan original en sí misma.
sábado, 6 de marzo de 2010
Madre soltera.
Ha sido una semana dura. Hacía tiempo no me sentía así. Frustraciones, malestares, y sacando fuerza de dónde sea que la encuentro… Un día adelante, otro día hacia atrás…Xavier ha estado malito también. Días antes que yo. Xavier con conjuntivitis, dolor de oído, mocos y otros males comunes causados por algún virus.
Xavier que no duerme, mamá que tampoco. Mamá con escalofríos y décimas, mamá con fiebre. Xavier que pregunta si “mamá tiene sueño?” Mamá que dice que sí. Xavier que se acuesta, Xavier que pide mama, mamá que tampoco puede dormir. Mamá que se levanta empapada en sudor y se cambia de pijama. Mamá que con su tos no dejará dormir ni a los vecinos. Mamá que se va al médico y Xavier que le pregunta “y yo?” Mamá que pide fórmulas mágicas (les llama “drogas” con ironía) para sobrellevar el día. Mamá con su ibuprofeno a todos sitios. Mamá y su temperatura corporal se van a trabajar. A mamá que no le arranca el coche, que llegará tarde otra vez. Mamá que (para colmo) no puede abrir la cerradura de casa. Xavier que la espera, luego le pide “jugar a la pelota?” Mamá que dice que sí. Mamá que hace dibujos con Xavier. Xavier que hace dibujos a mamá. Mamá y Xavier otra vez se van a la cama, a dormir poco. Mamá que tiene que aguantar otra noche y otro día. Mamá que piensa que le quedan tres y se derrumba a veces. Mamá que quiere expulsar el virus en una tarde de reposo. Mamá que no puede, que no le parece buena idea dejar a Xavier aunque sea una tarde sin mamá. Mamá que aguanta, Xavier que tiene paciencia. Mamá que está acompañada pero se siente sola. Xavier que no sale de casa. Mamá que no tiene ganas de salir. Mamá y todo en casa por medio. Mamá que hoy tampoco compra. Mamá que lo deja todo para mañana. Xavier que se parece a mamá y tampoco duerme. Otra noche, otro día, mamá y Xavier, Xavier y mamá.
Así se han sucedido los días. Muchas veces lo pienso, cómo se las deben apañar. Con mi ironía digo por ahí que también soy madre soltera, y me solidarizo con ellas cada día que pasa. Les preguntaría cómo hacen p.e. para volcar ellas solas esas gotas de colirio en los preciosos ojos de sus niños sin fallar mientras ellos se resisten. Tengo un trabajo, una casa, un coche… Y a veces también muy poca autonomía… Me pregunto si también esas madres se ponen malas o se encuentran mal una semana… Si se lo pueden permitir...
Y la experiencia me hace ser consciente de mis limitaciones. Aflora la culpabilidad de quien no puede entregar su 100% un día más. Pero del dolor, la fiebre, el cansancio, la falta de sueño… también se saca la fuerza. Tal vez mañana, por fin, sea un día normal
Xavier que no duerme, mamá que tampoco. Mamá con escalofríos y décimas, mamá con fiebre. Xavier que pregunta si “mamá tiene sueño?” Mamá que dice que sí. Xavier que se acuesta, Xavier que pide mama, mamá que tampoco puede dormir. Mamá que se levanta empapada en sudor y se cambia de pijama. Mamá que con su tos no dejará dormir ni a los vecinos. Mamá que se va al médico y Xavier que le pregunta “y yo?” Mamá que pide fórmulas mágicas (les llama “drogas” con ironía) para sobrellevar el día. Mamá con su ibuprofeno a todos sitios. Mamá y su temperatura corporal se van a trabajar. A mamá que no le arranca el coche, que llegará tarde otra vez. Mamá que (para colmo) no puede abrir la cerradura de casa. Xavier que la espera, luego le pide “jugar a la pelota?” Mamá que dice que sí. Mamá que hace dibujos con Xavier. Xavier que hace dibujos a mamá. Mamá y Xavier otra vez se van a la cama, a dormir poco. Mamá que tiene que aguantar otra noche y otro día. Mamá que piensa que le quedan tres y se derrumba a veces. Mamá que quiere expulsar el virus en una tarde de reposo. Mamá que no puede, que no le parece buena idea dejar a Xavier aunque sea una tarde sin mamá. Mamá que aguanta, Xavier que tiene paciencia. Mamá que está acompañada pero se siente sola. Xavier que no sale de casa. Mamá que no tiene ganas de salir. Mamá y todo en casa por medio. Mamá que hoy tampoco compra. Mamá que lo deja todo para mañana. Xavier que se parece a mamá y tampoco duerme. Otra noche, otro día, mamá y Xavier, Xavier y mamá.
Así se han sucedido los días. Muchas veces lo pienso, cómo se las deben apañar. Con mi ironía digo por ahí que también soy madre soltera, y me solidarizo con ellas cada día que pasa. Les preguntaría cómo hacen p.e. para volcar ellas solas esas gotas de colirio en los preciosos ojos de sus niños sin fallar mientras ellos se resisten. Tengo un trabajo, una casa, un coche… Y a veces también muy poca autonomía… Me pregunto si también esas madres se ponen malas o se encuentran mal una semana… Si se lo pueden permitir...
Y la experiencia me hace ser consciente de mis limitaciones. Aflora la culpabilidad de quien no puede entregar su 100% un día más. Pero del dolor, la fiebre, el cansancio, la falta de sueño… también se saca la fuerza. Tal vez mañana, por fin, sea un día normal
sábado, 27 de febrero de 2010
Reflexiones.
Me falta tiempo… libros que esperan, cursos que no se completan… un blog que a veces tengo que descuidar un poco. Y así pasan los días… 24 horas no son suficientes para una madre. Ni siquiera tal vez para un hijo cuando tenemos tantas cosas por hacer. Pero sentimos igualmente esa felicidad interna que nos acompaña cuando caminamos juntos, cada día, 24 horas.
Xavier se quería disfrazar de elefante. Y yo ya iba tarde, una vez más. Me preguntaba si tal vez lo dijo por decir, o ciertamente ese quería que fuera su disfraz sin posibilidad de cambios. Y lo encontré, un día antes del carnaval. Cuando él ya iba anunciando a todo el mundo que un elefante era lo que quería ser y yo aún dudaba si sería posible. Aquella tarde se puso tan contento. Quiso estrenarlo y jugamos a que un elefante feroz corría por casa. “La mamá estaba en la cocina cuando ha venido un elefante y le ha dado un susto” explicaba Xavier. Xavier, mi pequeño elefante feliz durante muchas tardes. Lo conseguimos al fin y fue, tal y como tú quisiste que fuera.
Hoy decía que tenía miedo al acostarse. Un tigre se había colado en su habitación. Acariciando la pared yo le decía que se trataba de un tigre bueno. Y le decíamos a la pared “guapo, guapo” mientras Xavier creía también que acariciaba a nuestro nuevo amigo imaginario.
Cuánta falta me haces Xavier. Tanto que a veces, no sé quién acompaña a quién en nuestros días de soledad a medias. Me descubro riendo de lo más trivial y disfrutando de los más simple. A veces, también triste por tanta complejidad. Las cosas no son siempre lo que parecen y solo hay que encontrar la visión adecuada, subjetiva o no.
Esta semana he llorado. He llorado una tarde, y al día siguiente y tal vez también hoy. Pero me he sentido después mucho mejor. Ante unos ojos extraños que me miraban con sorpresa y me decían “siento haberte preocupado más” en ese día que se me vino todo encima. El motivo: hemos tenido mala suerte: Tres colegios, un sorteo, y un mal resultado. Xavier no irá al colegio deseado, ni siquiera al segundo de la lista, y muy mal lo tenemos para entrar en el tercero. Tal vez acabemos rebotando hasta el infinito y las cosas no sean como esperamos. En mi cabeza dando vueltas la idea de cómo algo tan importante debe decidirse al azar. Tengo un mes para seguir alimentando mi incertidumbre, para llorar si se me caen las lágrimas y secármelas cuando haya terminado de dolerme la duda.
Tal vez tenga razón una amiga, y a veces no hay bien que por mal no venga. Quizás sea que nos necesiten en alguna otra parte, porque Xavier vale mucho y Xavier haya que compartirlo en otros lugares. No sé… El destino decidirá por nosotros o decidiremos nosotros si aún queda algo que podamos hacer. Quizás me haya preocupado demasiado por una educación a largo plazo, hasta que cumpla 12 años de su tiernecita vida. Quizás solo haya que mirarlo desde otra perspectiva y pensar que en realidad son 12 años a corto plazo. Vaya! Lo que os decía antes… parece que así cambia la cosa, verdad?. Esto es ironía.
Y mientras, hoy hemos hecho videoconferencia. Xavier y papá, papá y Xavier, y cuando se produce el milagro… todo lo demás parece que sobra. Dos mundos paralelos, tres vidas enlazadas. Varias horas de diferencia entre mundos paralelos, pero que al final, por videoconferencia, convergen en un mismo momento. Si la unidad de tiempo sigue siendo la misma, tal vez sea que no estamos tan lejos.
Un post de reflexiones de quien escribe sin pensar que piensa escribiendo… Con seguramente una única conclusión…Como alguien dijo una vez… y tal vez tal y como hoy me siento respecto a tantas cosas: “Tiempo, me temo que lo único que nos quede sea esperar” Y mientras esperamos seguramente, Xavier y yo sigamos teniéndonos el uno al otro. Agradecidos y sencillamente felices… sin esperar mucho más.
Xavier se quería disfrazar de elefante. Y yo ya iba tarde, una vez más. Me preguntaba si tal vez lo dijo por decir, o ciertamente ese quería que fuera su disfraz sin posibilidad de cambios. Y lo encontré, un día antes del carnaval. Cuando él ya iba anunciando a todo el mundo que un elefante era lo que quería ser y yo aún dudaba si sería posible. Aquella tarde se puso tan contento. Quiso estrenarlo y jugamos a que un elefante feroz corría por casa. “La mamá estaba en la cocina cuando ha venido un elefante y le ha dado un susto” explicaba Xavier. Xavier, mi pequeño elefante feliz durante muchas tardes. Lo conseguimos al fin y fue, tal y como tú quisiste que fuera.
Hoy decía que tenía miedo al acostarse. Un tigre se había colado en su habitación. Acariciando la pared yo le decía que se trataba de un tigre bueno. Y le decíamos a la pared “guapo, guapo” mientras Xavier creía también que acariciaba a nuestro nuevo amigo imaginario.
Cuánta falta me haces Xavier. Tanto que a veces, no sé quién acompaña a quién en nuestros días de soledad a medias. Me descubro riendo de lo más trivial y disfrutando de los más simple. A veces, también triste por tanta complejidad. Las cosas no son siempre lo que parecen y solo hay que encontrar la visión adecuada, subjetiva o no.
Esta semana he llorado. He llorado una tarde, y al día siguiente y tal vez también hoy. Pero me he sentido después mucho mejor. Ante unos ojos extraños que me miraban con sorpresa y me decían “siento haberte preocupado más” en ese día que se me vino todo encima. El motivo: hemos tenido mala suerte: Tres colegios, un sorteo, y un mal resultado. Xavier no irá al colegio deseado, ni siquiera al segundo de la lista, y muy mal lo tenemos para entrar en el tercero. Tal vez acabemos rebotando hasta el infinito y las cosas no sean como esperamos. En mi cabeza dando vueltas la idea de cómo algo tan importante debe decidirse al azar. Tengo un mes para seguir alimentando mi incertidumbre, para llorar si se me caen las lágrimas y secármelas cuando haya terminado de dolerme la duda.
Tal vez tenga razón una amiga, y a veces no hay bien que por mal no venga. Quizás sea que nos necesiten en alguna otra parte, porque Xavier vale mucho y Xavier haya que compartirlo en otros lugares. No sé… El destino decidirá por nosotros o decidiremos nosotros si aún queda algo que podamos hacer. Quizás me haya preocupado demasiado por una educación a largo plazo, hasta que cumpla 12 años de su tiernecita vida. Quizás solo haya que mirarlo desde otra perspectiva y pensar que en realidad son 12 años a corto plazo. Vaya! Lo que os decía antes… parece que así cambia la cosa, verdad?. Esto es ironía.
Y mientras, hoy hemos hecho videoconferencia. Xavier y papá, papá y Xavier, y cuando se produce el milagro… todo lo demás parece que sobra. Dos mundos paralelos, tres vidas enlazadas. Varias horas de diferencia entre mundos paralelos, pero que al final, por videoconferencia, convergen en un mismo momento. Si la unidad de tiempo sigue siendo la misma, tal vez sea que no estamos tan lejos.
Un post de reflexiones de quien escribe sin pensar que piensa escribiendo… Con seguramente una única conclusión…Como alguien dijo una vez… y tal vez tal y como hoy me siento respecto a tantas cosas: “Tiempo, me temo que lo único que nos quede sea esperar” Y mientras esperamos seguramente, Xavier y yo sigamos teniéndonos el uno al otro. Agradecidos y sencillamente felices… sin esperar mucho más.
La imagen que he eligido: un mar cuando está en calma y un camino que se adentra como queriendo cruzar el inmenso charco... He leído que la foto se llama "camino al mar"... Aunque anuncien las noticias que esta noche van a haber tormentas...
martes, 16 de febrero de 2010
Érase una vez un niño...
... que sabía volar.
El mundo entero sería suyo. Soñaba que era capaz de volar como un halcón. Incluso creía que sus alas estaban hechas de aquel material extraño: "algodón metálico". Como solía decir "fuertes y ligeras como las de un pájaro". Y el niño volaba! o creía que volaba, qué más da.
Y es que... Quién puede descoser sus alas si está tan convencido de que las posee? Ya ves... La vida está llena de alas de algodón metálico. Solo tienes que creer en ellas.
El mundo entero sería suyo. Soñaba que era capaz de volar como un halcón. Incluso creía que sus alas estaban hechas de aquel material extraño: "algodón metálico". Como solía decir "fuertes y ligeras como las de un pájaro". Y el niño volaba! o creía que volaba, qué más da.
Y es que... Quién puede descoser sus alas si está tan convencido de que las posee? Ya ves... La vida está llena de alas de algodón metálico. Solo tienes que creer en ellas.
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