miércoles, 29 de abril de 2009

Media vida.

He aprendido en casi dos años lo que no me enseñó la vida en más de 30. Gracias Xavier. Por enseñarme a descubrir el otro lado de la VIDA.

Así son


Si quieres que una guerra se acabe entrega tus armas a los niños. Se pondrán a jugar. Se sumarán a los niños del otro bando y jugarán juntos a apuntar a una piedra... Así, sin rencores ni prejuicios... como si todos fueran iguales.

jueves, 23 de abril de 2009

Solo así...

Ayer, pensando en la cama, en ese momento último del día en que te tumbas y sientes que por fin descansas un rato y puedes pensar con claridad... repasaba de nuevo los posibles peligros rutinarios "y has cerrado el gas?" "la puerta de casa está bien cerrada?" jaaa Y una vez más me sentía feliz de saber que Xavier está con nosotros y dormía tranquilito en su cuna. Esa es una de las sensaciones diarias más indescriptibles para mí... "Creo que es como media parte de mí" seguí pensando... "porque cuando no estamos juntos es como si me faltara algo" Y me vino a la cabeza aquello de "cómo comprendo ahora lo que tantas veces me ha sorprendido en el pasado, cuando veía una madre con un hijo y decía que quería tener más" Y es que me parecía entonces incomprensible porque aquellas madres parecían siempre cansadas...y sin embargo ahora me sentía tan igual a ellas: Anoche, mientras intentaba dormir me decía “como iba a saber que eran tan felices. No sé qué haría yo ahora sin Xavier" Y fue entonces cuando mi "loca razón más profunda", llámale instinto o corazón, me corregía: "No es solo media parte de mí... es indivisible... la totalidad" Y entonces describí lo que sentía:

Vivo para mi hijo porque mi hijo es mi vida. Y solo así soy feliz, más feliz que nunca.

jueves, 16 de abril de 2009

Fracasos.

Teniendo que ver algo con el post anterior, me he puesto a reflexionar más profundamente. Y es que hay muchas cosas que observo, que veo en la gente, y detesto. E incluso a veces me he sorprendido de mí misma cometiendo alguna de estas fatalidades y me he sentido frustrada.

Creo que son errores la mayoría fáciles de identificar pero difíciles de corregir cuando se han instaurado como hábitos. Los evito, porque se me presentan como “fracasos”… Y aún así conscientemente, algunos los hemos utilizado justamente cuando las demás “artimañas” para conseguir un fin han fracasado.

Me estoy refiriendo a las múltiples “estrategias” que se utilizan (o se han utilizado alguna vez) para convencer a un niño de hacer algo a lo que inicialmente se opone, o simplemente evitar que haga algo que no queremos.

Considero que el problema es aún más profundo cuando el “indeseado” método es constante, por ejemplo, lo reitera un educador y no es una situación puntual y aislada.

Voy a listaros algunos ejemplos sobre los que estoy especialmente sensibilizada, aunque la lista podría ser interminable:

- Distraerlos y volverlos como un pato mareado. Quieres cambiarle el pañal y no se deja. Pues al lío! Se empiezan a sacar objetos y objetos para distraer su atención mientras no se para de concatenar frases, a veces incluso con varios interlocutores a la vez, en tono alto y animado, mientras el niño se queja, se queja pero nadie parece estar escuchándole. No crees que le estás haciendo sentirse incomprendido?

- Decirles mentiras. Hay dos tipos de mentiras:

Las positivas en plan “venga vámonos del parque que ahora en casa nos está esperando una nave espacial para viajar a Marte” (montándote una película totalmente de ciencia ficción) o “vámonos que iremos a visitar a tu amiga Pepita”... O la típica de "no llores que el pinchacito no lo vas a notar"... Si desesperados utilizamos este tipo de estrategias, al menos sería deseable que se cumpla con lo convenido no? Muchas veces ni eso!

Las negativas: “vámonos del parque antes que venga el perro que muerde a los niños”. Aunque lo escenifiqué con ironía, hay frases menos afortunadas y más reales como “no toques el perro que muerde” (ya le estás creando una fobia a todos los perros y posiblemente los animales en general) o “si se lo quitas el niño te va a pegar” (le estás diciendo que posiblemente todos los niños sean agresivos y desconsiderados), etc… y así un sinfín de mensajes directos a su sensibilidad que les hacen desarrollar miedos irracionales e infundados.

- Juzgar su carácter por cómo hacen las cosas en un momento concreto: “Hoy por fin has comido solito. Eres un niño muy bueno” o al revés “Qué malo eres, has roto el juguete de tu hermano” Mejor si evitamos generalizar acerca de su carácter y tratar el suceso específico sin juzgarle. “Hoy por fin has comido solito y papá está muy contento”

- No dejarles expresar sus emociones. Por ejemplo, ¿por qué siempre les pedimos que no lloren? ¿por qué no nos mostramos algo más solidarios en esos momentos? Podríamos p.e. aclararles que odiar a veces a un hermanito es un sentimiento normal. En estos casos la empatía es el mejor consuelo.

- Utilizar los premios para agradecer una buena acción o coaccionar con premios para que se produzca. Esta estrategia también se utilizar en dos sentidos positivo y negativo: p.e. “si te portas bien te voy a comprar un camión” “pórtate bien o no iremos al cine esta tarde”. En cierta forma opino que se le está chantajeando y por tanto, creando una idea indeseada de que las personas sólo nos portamos bien cuando esperamos algo a cambio.

- Castigos, y otros tipos de presiones: De estas ni hablamos no?

Y muchos más….

Creo que en general son errores que se cometen de forma demasiado habitual como para dejarlos pasar desapercibidos. A veces están demasiado “enmascarados” y requieren de una reflexión más profunda. Otras veces, son tan “exagerados” que solo hace falta cierto grado de sentido común para detectarlos y saber corregirlos.

En fin… Que vale la pena reflexionar un poco sobre qué valores queremos inculcar a nuestros hijos y qué ejemplo les estamos dando cuando un conflicto de intenciones se produce y actuamos de una forma u otra. La más realista, la menos agresiva, la más cariñosa, la más respetuosa… No sé… Tal vez no sea tan complicado.

"Vale" contesta el hijo.

Allí estaba yo, merendando unos Donnettes cuando de pronto esa madre con su hijo en brazos interrumpen el momento, justo colocándose a mi lado:

“Eres muy malo” le dice la madre.
Vale” contesta el hijo.

Me sorprendió la respuesta del niño. La afirmación de la madre no porque lamentablemente se escucha a diario. Les sonreí y pregunté:

Cuántos años tiene?
Tiene dos” me contestó la madre.

A lo que seguí pendiente de la situación. Lo dejó en el suelo y el niño se acercó a una moto que acababa de llegar, y el motorista se estaba quitando el casco cuando de nuevo la madre:

No te acerques a la moto o el chico te va a pegar

En este momento, entendí muchas cosas… Incluso resolví mi duda inicial frente a la respuesta “vale” del niño.

La cosa siguió:

No vayas pa allá que va a venir un coche y te va a atropellar

Observé alrededor, y no había peligro. Miré a la madre, y deducí que era una afirmación de esas que se hacen sin pensar porque ella ya estaba pendiente de otra cosa sin vigilar al niño.

Entonces el niño vino. Y se acercó señalando mis Donnettes.

No que eso no es tuyo” dijo la madre.

No importa… Ya no quiero más” dije, ofreciendo mi merienda. Y entonces el niño me sonrió con un Donnette en la boca.

Me pareció como su único momento feliz del día. No sé, y me quedé como parada, como triste… preguntándome en cuántas familias suceden estas cosas…

martes, 14 de abril de 2009

No puede ser.

Pues aquí estoy otra vez... Yo creo que no en mis mejores momentos pues sigo teniendo esa sensación de ahogo que hace días no me quito de encima. No sé, todo pasa. Y todo pasará seguro.

El viernes noche empezó no sé si otra, o la misma pesadilla que llevamos a cuestas durante días y días. Xavier empezó a vomitar, la fiebre a subir... y nosotros con el cuerpo temblando otra vez. Preferimos esperar, hacernos los valientes y ver cómo avanzaba su estado antes de ir al hospital de urgencias OTRA VEZ... Solo por no volver a vivir la misma historia: no más ingresos por favor!!!! El sábado casi estábamos seguros de que era una gastroenteritis, pero siempre hay un "casi" así que ya más seguros, decidimos llevarlo.

Llegamos, había cola pero lo pasaron el primero por notarlo muy desvanecido. La pediatra nos dijo lo esperado "Es una gastroenteritis. Si fuera otro niño os enviaría a casa ya, pero viendo el estado débil e historial del niño he de hacerle algunas pruebas" Lo preferíamos en cierta forma para nuestra tranquilidad, pero volvía a hacerse duro, sobretodo para Xavier, que parecía ya un colador y ciertamente iba en un estado ya deprimente, qué se puede esperar después de todo. Es un valiente.

Le pusieron la vía con suero para hidratarlo y después de horas de espera, las pruebas salían bien. Ni las analíticas reflejaban ya la infección por otitis. Todo indicaba que se iba recuperando, pero viendo su estado parecía mentira: unos resultados de "niño normal" decía la doctora. Así que finalmente nos fuimos, más tranquilos, porque empezó a comer y mejoró. Y en casa estuvo bien durante unas horas, hasta que finalmente otra vez. Vómitos, fiebre... Recaía... Y así hasta hoy... que hasta el agua lo vomitaba. Que prefiriamos no darle los antibióticos de la otitis por miedo a que echara lo poco que su cuerpo podía retener.

No sé... Todo ha sido como una pesadilla. Digo ha sido y en parte está siendo todavía, pero cruzo los dedos para que no recaiga en esto o en otra cosa. Al final no es nada grave, lo sé. Pero que alguien nos reconstruya el alma después de haber visto a Xavier así, día tras día. Y es que el viernes, el sábado, el domingo, el lunes.... Otra vez un grito mudo y desesperado nos decía por dentro "No puede ser!"

No sé, espero poderme quitar esta cosa que tengo en el estómago o en la garganta, o no sé dónde tengo el nudo ya desde hace tiempo... y por fin verlo engordarse un poquito que falta le hace, salir una tarde al parque porque se encuentre bien y poder hacer algunas de las cosas que tenía pensadas para semana santa. Pero no ha podido ser y por el momento, tendremos que dejar que pasen los días.

Nos dijeron que el virus de la gastroenteritis seguramente lo cogió durante su ingreso o durante las largas horas de urgencias en el hospital. Espero que sea el último en una temporada.

jueves, 9 de abril de 2009

Diagnóstico final. Martes y 13 días de fiebre.

Llevo días ausentada y en cierta forma creo que he vuelto a nacer estos días. La causa: un ingreso de Xavier mal indicado y poco justificado una vez conocido el desenlace. Diagnóstico final: otitis media aguda. Un ingreso sí. Un ingreso el pasado domingo después de 11 días de fiebre por diagnosticar, tras una semana de fuerte resfriado, inicialmente tachado de “gripe” hasta el momento en el cual los antitérmicos ya no actúan, la fiebre se acentúa sin control y una alteración en la analítica hace sospechar que hay infección “de carácter desconocido”. A partir de ese momento Xavier se convierte en una especie de “expediente x” para la medicina, tan inexacta y vulnerable.

Y allí seguíamos el martes, en una habitación desesperando porque después de pruebas y pruebas, empiezan a plantearnos ciertas hipótesis que no creo que ningún padre sepa sobrellevar. Qué se puede esperar cuando después de casi dos semanas de fiebre constante, Xavier empeora notablemente. Aún así, escuchábamos a aquel médico mostrando la poca serenidad que sacábamos de ciertamente no sé dónde. Porque a veces tu mundo se derrumba como nunca y eres capaz de no perder la compostura mientras, después de mencionar ciertas posibles y agresivas causas, encima te dicen “pero tranquilos, mientras nosotros estemos tranquilos vosotros debéis estarlo también”. Y piensas “qué fácil cuando no hablamos de tu hijo” Bueno, no es verdad, no piensas eso, eso lo piensas después… Lo que piensas en ese momento es “no puede estar pasándonos esto”.

Horas más tarde acabaría la angustia más insoportable de mi vida, la que te hace minuto a minuto darle mil vueltas mientras ya no puedes contener las lágrimas. Y es que sigo pensando que hay palabras que no se deben mencionar a unos padres, si se habla de su hijo y no estamos seguros de nada. El oído de Xavier acabó por ceder y supurar toda nuestra angustia, y la infección también. Llamamos al médico “que tan claro habla” y entonces nos dió la noticia. Y es que seguramente sea de las pocas veces en que alguien me diga: “Se le ha roto el tímpano. La infección viene dada por una otitis” y sienta cómo me desinflo por dentro quitándome el peso más grande de mi vida.

No creo que haya sido un error médico pues antes del domingo lo vieron y remiraron varios pediatras, siempre revisando los oídos también. Tal vez el tímpano, que actúa como una membrana no dejaba visibles las señales de infección. No lo sé. Pero ahora mismo lo importante es que Xavier está bien, contento y feliz. Y hoy ya nos han dado el alta.


Mientras lo tuve en brazos en urgencias el pasado domingo, y Xavier estaba tan débil medio dormidito, desde mi voz interior le decía “Te acuerdas del día en que naciste? Cúanto luchamos los dos? Pues esta vez, también saldrá todo bien”